jueves, 15 de septiembre de 2011

Oraciòn Confiada

Una noche yo había trabajado mucho ayudando a una madre en su parto; pero a pesar de todo lo que hicimos, murió; dejándonos un bebe prematuro y una hija de dos años.
Nos iba a resultar difícil mantener el bebe con vida porque no teníamos incubadora (¡no había electricidad para hacerla funcionar!), ni facilidades especiales para alimentarlo.
Aunque vivíamos en el ecuador africano, las noches frecuentemente eran frías y con viento traicioneros. Una estudiante de partera fue a buscar una cuna que teníamos para tales bebes, y la manta de lana con la que lo arroparíamos.
Otra fue a llenar la bolsa de agua caliente. Volvió enseguida diciéndome irritada que al llenar la bolsa, había reventado. La goma se deteriora fácilmente en el clima tropical. “¡Y era la última que nos quedaba!”, exclamo, y no hay farmacias en los senderos del bosque”.
“muy bien “, dije, “pongan al bebe lo más cerca posible  del fuego y duerman entre él y el viento para protegerlo de este. Su trabajo es mantener al bebe abrigado “
Al medio día siguiente, como hago muchas veces, fui a orar con los niños del orfanato que se querían reunir conmigo. Les hice a los niños varias sugerencias de motivos para orar y les conté del bebe prematuro. Les dije el problema que teníamos para mantenerlo abrigado y les mencione que se había roto la bolsa de agua caliente y el bebe se podía morir fácilmente si tomaba frio. También les  dije que su hermanita de dos años estaba llorando porque su mama había muerto.
Durante el tiempo de oración, Ruth, una niña de diez años oro con la acostumbrada seguridad consciente de los niños africanos: “Por favor Dios”, oro, “mándanos una bolsa de agua caliente. Mañana no servirá porque el bebe ya estará muerto. Por eso, Dios, mándala esta tarde”. Mientras yo contenía el aliento por la audacia de su oración la niña agrego: “Y mientras te encargas de ello, ¿podrías mandar una muñeca  para la pequeña, y así pueda ver que tu le amas realmente?”
Frecuentemente las oraciones de los chicos me ponen en evidencia. ¿Podría decir honestamente “Amen” a esa oración? No creía que Dios pudiese hacerlo.
Sí , claro, se que él puede hacer cualquier cosa. Pero hay límites, ¿no? Y yo tenía algunos grandes “peros”. La única forma en la que Dios podría contestar esta oración en particular, era enviándome un paquete de mi tierra natal. Había ya estado en África casi cuatro años y nuca jamás recibí un paquete de mi casa.
 De todas maneras, si alguien llegara a mandar alguno, ¿Quién iba a poner una bolsa de agua caliente? A media tarde cuando estaba enseñando en la escuela de enfermeras, me avisaron que había llegado un auto en la puerta de mi casa. Cuando llegue el auto ya se había ido, pero en la puerta había un enorme paquete de once kilos. Se me llenaron los ojos de lágrimas.
Por supuesto no iba a abrir el paquete yo solo, así que invite a los chicos del orfanato a que juntos lo abriéramos. La emoción iba en aumento. Treinta pares o cuarenta pares de ojos estaban enfocados en la gran caja.
Había vendas para los pacientes del leprosario y los chicos pues un poco aburridos. Luego saque una caja con pasas de uvas variadas, lo que serviría para hacer una buena tanda de panecitos el fin de semana.
 Volví  a meter la mano y sentí…. ¿sería posible? La agarre y la saque… ¡Si, era una bolsa de agua caliente nueva! Llore… Yo no le había pedido a Dios que mandase una bolsa de agua caliente, ni siquiera creía que El podría hacerlo. Ruth estaba sentada en la primera fila, y se abalanzo gritando: “¡Si Dios mando la bolsa, también tuvo que mandar la muñeca!”
Escarbe en el fondo de la caja y saque una hermosa muñequita. A Ruth le brillaban los ojos. Ella nunca había dudado. Me miro y dijo: “¿Puedo ir contigo a entregarle la muñeca a la niñita para que sepa que Dios le ama en verdad?
Ese paquete había estado en camino por cinco meses. La había preparado mi antigua profesora de religión, quien había escuchado y obedecido la voz de Dios que la impulso a mandarme la bolsa de agua caliente, a pesar de estar en el ecuador africano.
Y una de las niñas había puesto una muñequita para alguna niñita africana cinco mese antes en respuesta a la oración de fe de una niña de diez años que había pedido para esa misma tarde.
 Esta historia nos habla de la fuerza que tiene la oración que se hace con fe y confianza. Y tú, ¿tienes esa confianza?... ¿Tienes esa actitud cuando oras?

La Primera Cita





Una mezcla de alegría y pavor se Confunden en tu mente cuando él se Acerca. Tu estomago repentinamente da Vueltas con una sensación de frio que sube Hasta tu garganta, lo que provoca que tus Mejillas se sonrojen. En medio de una multitud Puedes distinguir su voz y al sentir su olor de su perfume suspiras. Puedes hasta pasar horas escribiendo su nombre en una hoja de Papel y procuras siempre estar lo más Linda posible. Cuando te das cuenta, pasas la mayor parte De tus días pensando en él: ¡Estas apasionada! .Algo está cambiando dentro de ti ya no vives única Y exclusivamente para ti misma. Te preocupas Con lo que él piensa con respecto a ti, quieres saber Lo que a él le gusta para que el pueda mirarte De una manera distinta, quieres ser especial para él.
Sucede el tan anhelado momento: ¡él se acerca a ti y te habla! ¡Tu Corazón parece que se quiere salir por la boca y no sabes que decir! ¡Él se ha fijado en ti! Ahora ya es “oficial”, la primera cita y ya no Consigues ocultar tu ansiedad en que los días pasen deprisa. Te preparas: La mejor ropa, zapatos nuevos, peinado especial. Llega el tan esperado, aguardado y soñado día y te das cuenta que él es mucho más Guapo de lo que creías. Ya sabes dónde encontrarle siempre, tienes libertad para acercarte a él, es real: ¡Eres su novia!
Los meses pasan y siempre disfrutas cuando él está cerca. El te hace sonreír, te tranquiliza cuando esta angustiada, tienes plena confianza en contarle todos tus problemas: tu mundo va cambiando poco a poco, el llena tu “vida”. Un día se acerca a ti con un par de anillos en la mano y te pregunta: ¿quieres casarte conmigo? tu con lagrimas en los ojos respondes: NO……
¿NO? Parece una respuesta incompresible, ¿verdad? Pero esta historia ocurre muchas veces, tal vez contigo misma, con quien hablo ahora. Te acercas al señor Jesús, te enamoras, buscas conocerle, pero en el momento de tener una Alianza con EL…. Dices NO, no quieres renunciar a tu propia voluntad, no aceptas entregarte por completo…… ¿Hasta cuándo podrás seguir jugando con tu alma?